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jueves, 2 de septiembre de 2010

"Insulario", de Alonso Quesada/ En el solar atlántico- El reloj alemán de la ínsula




 El tiempo en la ciudad atlántica tiene un cariz alemán. Y no porque corran aires germanófilos, que corren y muy abundantes, sino porque las horas las distribuimos con un enorme reloj tudesco, pariente de Bismarck y deudo de un amable reloj bávaro que sentó sus imperiales en Las Palmas mucho antes de la guerra.
 La relojería está instalada en la gran vía del comercio. Sobre la puerta, el reloj, como una cabeza sin casco, de perfil, asoma inexorable, marcando la hora militarmente, con dos aspas de molino por minuteros. Es un reloj de estación prusiana, un reloj de horizonte kolosal y férreo, que manda o domina sin gesto personal. Detrás de él todos los relojes de pulsera y esos tan franceses de las señoritas, marchan temerosos, callados, lentos... El reloj germano no se atrasa nunca; no se adelanta jamás. Es como si estuviera en una trinchera resistiendo el volar de las horas y de los días. Pero las horas se estrellan en las aspas; es en vano que una hora volandera, se le ocurra abandonar alguno de sus minutos; el reloj alemán erguirá el minutero como un dedo de sabio sentencioso, aprisionará a la hora y la hora caerá entre las redes de las aspas rendida y desconsolada. Es inútil que una mujer extienda su brazo y acaricien sus ojos el pequeño reloj de oro. Inútil que esta mujer tenga cita a las diez. Cuando su reloj marque las diez, la mujer acudirá presurosa porque piensa que no llegará a tiempo. Mas cuando llegue, serán las diez menos cuarto. El reloj alemán lo dice y nada valdrá que la mujer con su brazo extendido, exclame: "¡Pero si son las diez, las diez! Mi reloj marca la diez." Ningún reloj sabe la hora tan certeramente como este reloj alemán.






Este puede ser el reloj al que posiblemente se refiere el autor, ya que además señala haya ubicado en la calle más comercial de la capital en aquella época, sin duda la calle Triana. El citado reloj fue el emblema de la relojería de Carl Pflüger (nombrado en la página 14 del "pdf." enlazado) Las dos últimas fotos las tomé con un móvil hace un par de años, y las subo en espera de poder obtener alguna de mejor calidad.

 Es un reloj lleno de sapiencia. Estudió horas en la Universidades alemanas. Cuando todos los relojes se paren o cuando se atrasen, el relojo alemán seguira su camino. El reloj alemán, tan providencial como el Kaiser, marca la ruta del tiempo insular. El tiempo es ligero, voluble, distraído; a veces tiene frío y otras calor; acaso al tiempo se le ocurra sacudirse las horas, pero el reloj alemán no se lo permitirá nunca. Y le dirá: "Tiempo, herr Tiempo, yo estoy aquí para medirte. ¿Te has obscurecido de súbito? ¿Pretenderás quizás, que sean las ocho? Pues, no; no son las ocho. Son las siete. Aquí consta. ¿Ves?"
 "El minutero mayor, en las doce; el más pequeño minutero en las siete. Son las siete en punto, quiera o no Wilson. Será en vano que vosotros, relojes diminutos de las niñas, relojes discretos de los tenedores de libros que corréis hacia las oficinas, tú, reloj viejo de la catedral, reloj español, medieval y aburrido, que de repente haces girar las manecillas con un gesto de hidalgo, vosotros, relojes de las sacristías, relojes retrógrados, será en vano, repito, que marqueis horas diferentes, horas tempranas, horas adelantadas... El tiempo seré yo. La hora es la mía. No hay otra hora en el espacio. Y no importa que arrojéis piedras, chiquillos desarrapados de la calle, golfos latinos; no me romperé nunca. Los minuteros míos son el índice y el pulgar del Supremo Hacedor."
 El ciudadano insular se detiene un momento en la calle: "¿Qué hora será?" Y saca un reloj. El reloj dice:- Las dos y media-. "¿Será esta hora?"- pregunta el ciudadano y otro ciudadano responderá: "Yo tengo las dos y veinte." "Qué hora será, pues?" Y un tercer ciudadano añadirá que su reloj indica las dos y cuarto.
 -"Pues no sabemos qué hora es"- exclaman defraudados a un tiempo los tres ciudadanos. Y elevan los ojos al cielo. El cielo está toldado. "Parecen las tres". "Por la claridad parecen las tres." "Pero no, no serán las tres." "¿Serán entonces las dos y media?"
 Y los ciudadanos acuerdan mirar la hora en el reloj germano. El reloj germano marca impertérrito. Las tres y menos veintiocho minutos y medio. Y los ciudadanos mudos ante el reloj, dominados secretamente por esta implacable hora alemana arreglan sus relojes con gesto tímido de prisioneros de guerra.
 El reloj, lentamente, como si los palitos negros de las horas fuesen unos espías sigilosos, ha ido entrándose en el corazón de los insulares. Nosotros mismos, cuando no tenemos reloj y queriendo ver un reloj de lejos, hacemos uso de nuestra imaginación, nos encontramos fatalmente ante el reloj alemán. Y el reloj alemán surge en nuestra memoria con todas sus colosales proporciones marcando la hora que es cierta. Pues este es el mayor prodigio de este reloj. Es un reloj también de sensaciones. Incrustado en nuestros espíritus, con esa huella emocional de las cosas fuertes, dentro de nuestros propios espiritus va marcando la hora. Y si a media noche abrimos los ojos, el reloj aparece diciéndonos qué hora es y cómo ninguna hora es verdadera, sino aquella que él marca de lejos.
 El reloj alemán de la ínsula es todo un misterioso sistema de penetración pacífica. Nada podrá vencerle. Todo reloj será impotente ante la proporción y fortaleza de este reloj mitológico. Es un derivado sutil de aquella "grosse Berthe", que bombardeara París. A nosotros no nos destroza el rejo las cosas que después de todo no estaría mal, ni hiere a los ciudadanos que tampoco estaría mal, pero nos marca el tiempo, con esa trágica constancia de los hombres que tienen voluntad y encima son brutos.


El cañón "Grosse Berthe"

 Un reloj inglés, que es generalmente un reloj atildado, seguro, bien educado, nada puede con este reloj alemán. El reloj inglés dice sencillamente: "Son las once". Y basta. Nosotros sabemos que un inglés es un hombre justo hasta cierto punto. Y hasta podemos burlarle la hora. Pero el reloj alemán, además de gritar estentóreamente: "¡¡Son las once!!", yergue los minuteros amenazante sobre nuestras cabezas y es preciso acatar, convencidos, la hora, que es única en la ciudad. Hasta hace poco, única en el orbe.
 Los ingleses tienen en el puerto otro reloj. Es sin duda un reloj menos seguro; un reloj que marca elegantemente las horas; un reloj para el "lunch", un reloj para el . Este reloj no ha podido rendir al reloj alemán. Hoy sólo usan este reloj inglés, los ingleses. El reloj alemán es el reloj máximo.
 Para vencer a este reloj, para que el tiempo fuera tan ligero como las almas y los ojos, sería necesario que en cada esquina de la ciudad se colocasen unos cuantos relojes ingleses, americanos, belgas, franceses e italianos. Menos españoles, claro está. Estos relojes españoles no marcarían sino una sola hora, la eterna hora de España: la hora nona.

 Gran Canaria [18-I-1919]

8 comentarios:

Anónimo dijo...

interesante tu post, tengo entendido,que en la alemania, de hace siglos, se creo la iglesia tal y cual se la concibe hoy,así lo leí...es muy interesante,la germania,y sus silencios sobre hitler...te recomendaría que vieras la ola,es una pelicula, que demuestra,basicamente, a una escuela ,un grado un profesor, que poco a poco va dominando sin violencia,pero con dureza, a sus alumnos, y se sobrepasa,demostrando,que una vez mas, se podrría repetir el genocidio...es alemana,la pelicula...
bueno te dejo
un abrazo
lidia-la escriba

Vania dijo...

hola que tal! permítame felicitarlo por su excelente blog, me encantaría tenerlo en mis blogs de entretenimiento. Estoy segura que su blog sería de mucho interés para mis visitantes !.Si puede sírvase a contactarme ariadna143@gmail.com

saludos

Preste Juan dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Preste Juan dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Preste Juan dijo...

Mi querida lidia:
Me alegra que los artículos nuestro poeta Alonso Quesada te interesen, a pesar de referirse a una zona tan ajena a tu mundo. Tal vez sea verdad que Internet nos obligará a una ooncepción real del mundo como una entidad global.
En lo que se refiere a la iglesia actual, supongo que te refieres a la católica. La historia de la iglesia tiene algunos puntos relevantes en la trayectoria, desde el punto de vista de la historia, que no de la fé, en mi caso.
1- Tras la muerte de Cristo, diversas "secciones cristianas" se vieron envueltas en unas guerras crueles, de las que finalmente resultó vencedora la escuela paulista, aunque San Pablo mantuvo a San Pedro dentro de su "organigrama", por razones obvias, si bien la visión sobre la admisión o no de los "gentiles" dentro del cristianismo difería.
2-Durante la Edad Media, la iglesia inició su máximo grado de corrupción. Que continuaría aún durante el renacimiento. La caída de los cátaros fue uno de los episodios más horrendos de su historia. Por no hablar de la clara "razzia" contra cristianos y musulmanes, iniciada tras el auge de los "Reyes Católicos", lo cual supondría con el tiempo una catástrofe ecónimica y cultural para España. Tampoco hay que olvidar el trato que se tuvo con las religiones del "Nuevo Mundo". Si bien,como ya estoy harto de oír hablar a los estadounidenses, ingleses, etc, de lo brutos que fuimos, he de recordar que, si bien la iglesia contribuyó a la destrucción de la cultura y religión de esos pueblos(o del mío, en mis islas), también fue la primera en crear una serie de organizaciones que protegieron a los indígenas, y en abogar por la creación de la primera universidad española en la tierra conquistada, en la que se incluía el estudio de las lenguas precolombinas. Fue precisamente el "mea culpa" eclesiástico, el que sirvió de base a Alemania e Inglaterra para levantar nuestra leyenda negra.
3-Saltando algo en el tiempo, llegamos a Lutero, entre otros. Su famosa rebelión, causó el primer cisma potente dentro de la iglesia. Se creó así una iglesia opcional más moderna y tolerante. Pero sólo al principio. Al final de su vida, Lutero era tan radical como sus enemigos. La gente habla mucho de la inquisición española. Y tiene razón. Pero se olvida que mientras en España se ejecutó a 60.000 brujas (seguidoras de creencias alternativas), el luteranismo se ventiló a 700.000 en el mismo período aproximado.
4-La iglesia, tocada, tuvo que modernizarse, pese a lo cual tuvo episodios nefasto, como los acontencidos con Galileo y Giordano Bruno.
5-Tras el "saco de Roma" por parte de España, se reinicia, o recuperar vigencia, la presión política sobre la iglesia. Así, si en el 1100 se atacó a los templarios por presiones de la monarquia francesa, las hostilidades con España, y los intereses de la monarquía inglesa sobre un divorcio necesario para su política, empezaron a convertir a Europa en un tablero de ajedrez

Preste Juan dijo...

6- Un dato interesante es la influencia de los creyentes irlandeses en un momento determinado, contribuyendo a un necesario saneamiento para la superviencia del catolicismo. Así, paradójicamente, elementos como los rosarios y la confesión(aún existiendo en el pasado),heredados de tradiciones druídicas, refortalecieron y cerraron brechas. Recordemos que, en un primer momento, en las catacumbas cristianasa (carente aún de rituales propios y fijos) se recurrió al uso de tradiciones egipcias. Tradiciones que se adapataron más tarde, perviviendo dentro con otro nombre dentro de otro esquema. Pero eso sería muy largo de describir. No obstante lo cual, no es nada nuevo. Todas las religiones se alimentaron de otras en algún momento.
7-Dando un gran salto, llegamos a la II guerra mundial. El enfrentamiento del mundo contra Hitler no fue sólo un enfrentamiento armando, sino ideológico. Hitler pretendió levantar una nueva religión, con bases endebles. Y la iglesia pasó por uno de sus momento más vergonzosos.
8- Habría que esperar a la llegada del admirable Juan XXIII para que el catolicismo diera un salto descomunal. Sus herederos desgraciadamente, han ido haciéndola retroceder, si bien hay que aclarar que con el tiempo la iglesia ha acabado por tener astrónomos, filósofos evolucionistas, etc, de primer orden. Pero el gran paso aún estar por dar. No se puede admitir, a día de hoy, que(pese a ser un gran avance) el encuentro con los protestantes sólo haya pasado de "Fuera de la iglesia no hay salvación" a "Fuera de Cristo no hay salvación". Considero a Jesucristo un personajes fundamental en la historia, aunque personalmente no creo que su intención fuera una separación del judaísmo, aunque sí una necesaria evolución. Sería trágico que el cristianismo no generase una filosofía de pensamiento universal, que sobreviva a un futuro deterioro de la iglesia. De lo contrario, mañana será sólo mitología.

Preste Juan dijo...

En cuanto al silencio germano sobre Hitler, tiene su "quid". Tras la caída del nazismo, el empeño por educar a las nuevas generaciones en recordar el pasado, creo en la siguiente generación tal grado de culpa(aunque los nuevos niños no fueran culpable de lo que hicieron sus padres o abuelos), que según tengo entendido tuvo que parar este método durante un tiempo. Hoy en cambio, según vi el otro día, el sistema educativo tiene bastante en cuenta su historia.

En cuanto a la película "La Ola", me recuerda a otra, que ya comentaré, si bien no la he visto, y siguiendo tu descripción. Si tienes más datos sobre su director, etc, házmelo saber. Quisiera verla.

Entres los blogs que sigo verás el "Alfonso Piñeiro" un estudioso muy imparcial del cristianismo, que es todo un pozo de sabiduría.

Un abrazo, mi querida Lidia. Dentro de poco, tras colgar una entrada del tercer cumpleaños de este blog, estaré un tiempo ausente solucionando mis problemas con el ordenador.

Tu amigo
Preste Juan.

¡Gracias por estar ahí!

Preste Juan dijo...

Ariadna: Será para mí un honor aceptar su generosa oferta. ¡Aunque dudo mucho de que pueda interesar tanto! ¡Tanta gente "tocada de la cabeza" existe,ja,ja,ja!
Le escribo inmediatamente.
Gracias.

Un abrazo.