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jueves, 6 de mayo de 2010

"Insulario", de Alonso Quesada/En el solar atlántico-La "Grippe" del César.

Monumento a Alonso Quesada(1955)

 Ha llegado la "grippe", sin novedad, tal como anda por esas provincias históricas y neutrales. Mucho tiempo hacía que los barcos españoles no nos traían un amable obsequio. En realidad, casi nunca nos trajeron mucho. ¡Sólo magistrados, jueces, militares, empleados de Hacienda y alguno que otro canónigo ilustrado! De resto, el jabón de Castilla del señor Luca de Tena, el aceite de oliva del mismo señor, con unas variantes de paños de Sabadell, y las refinadas ampollas del laboratorio del doctor Pagés. Después, un pequeño intercambio de pasajeros: comisionistas catalanes de esos que parecen inventados por Rusiñol, que venían a Las Palmas y nuestros flamantes mercaderes que marchaban a esa ciudad condal a lavarse la cara. Esto fue todo.




Fidel Pagés pasando visita


Fábrica textil de Can Cuadras en Sabadell, a principios del siglo XX


 Pero ahora, nos vienen de la madre patria 500 ciudadanos con la "grippe", de los cuales han seguido viaje hasta el profundo Erebo unos 50 y pico. Los demás se quedaron en el Lazareto aleccionando el pulmón isleño...Sin embargo...

El lazareto de Gando (1925-1930) Arturo Maisch

El lazareto de Gando ( 1925-1928) Arturo Maisch

Lazareto 1900-1905 (Autor desconocido)

Lazareto (1910-1920) (Autor desconocido)

Camino del lazareto 1910 (Autor desconocido)

Lazareto (1895-1900) (Bravo y Negrín)

Estado actual del lazareto, deteriorado por el tiempo

Planta del lazareto de Gando (1896)

Nota: La mayor parte de estas fotos, y otras igual de interesante, se pueden encontrar en la magnífica página: "Fotos antiguas de Canarias"

 La "grippe" es benigna: ¿Es el clima? ¿O es que el pulmón insular es una quimera? Nada se sabe aunque yo sospecho que sea esto último. Pero a pesar de todo, la gente tiembla y corre. Al fin, el estremecimiento universal llega a estas almas aisladas, de alguna manera. Lo que no lograron telegramas espeluznantes, ni arribo de náufragos hambrientos, lo ha conseguido este diminuto y artero señor microbio. Un solo grito se ha oído en la ciudad, un solo grito espantoso, unánime: "¡Esto es consecuencia de la guerra!"" "¡Esa guerra debe acabarse ya!"
 La germanofilia recalcitrante, de un golpe instantáneo y definitivo se ha derrumbado. Ni el recuerdo queda. Evaporóse con el aroma de eucalipto en el pañuelo, la dulce esencia del eucalipto, ingenua profilaxis de burgueses asustados. Todo, rápidamente: en un minuto de olvido, desaparecen cuatro años de pasión. Como le ocurrió al buen Teófilo al saber que la amada no tenía los pies demasiado blancos.

Eucalipto blanco, variedad foránea habitual en las islas

 "Nada, aquí no debe haber germanófilos ni aliadófilos, nada, nada. Sino que se acabe la guerra pronto, en seguida." Y el ciudadano microbio bienhumorado y sutil, sale entretanto de un estornudo para meterse por entre otro estornudo vecino. Y es de alabar la ecuanimidad y la justicia con que ejercita su cargo. Y sobre todo, la estricta neutralidad en que se mantiene. Porque, en el fondo este microbio de la "grippe" no es más que la neutralidad española que se despereza o revuelve en el lago espiritual de los ciudadanos como un sapo maligno.
 Hemos observado que el ciudadano atacado, adquieres, en la convalecencia un aspecto "datístico"; la sonrisa es suave y vieja, como una sonrisa conservada en momia, sonrisa petrificada y triste de cosa antigua; la mirada es blanca, de un blanco lechoso. La misma benignidad del mal tiene un rumor lánguido o linfático de un pensamiento "idóneo". Aquí está pues el patriótico y neutral huésped, el débil hidalgo hispano, lleno de tradiciones, paseando con pretendida arrogancia, de pulmón a pulmón, pero con una sutil, temerosa y neutral virulencia, por fortuna.
 ¿Pero es en realidad un microbio español o es un espía tudesco? ¿No será el último espía alemán que se echa a recorrer el mundo victorioso, desde los montones de las ruinas sangrientas?
 El espanto de los ciudadanos es inusitado; extraordinario. Ante el hambre de ayer no se estremecieron los labios ni los ojos. Hoy, que se ven caer grupos familiares, aunque levemente, se sujetan las cabezas entre las manos, tragan saliva y dicen: "¡Cuándo me tocará a mí!" ¿Cuántos han muerto hoy en el Lazareto?" Y palidecen, pero como se suele palidecer en uno de esos sainetes con que se divierten Ortas o Peña. El temblor, muy respetable sin duda, tiene un aire completamente de Arniches. Y es porque nosotros sabemos que no es el temor a perder la vida lo que les aterra, sino el quedarse sin el acomodo, sin la casa o la finca rústica, sin el cargo oficial. Aquí hay un cónsul americano amigo nuestro, uno de los más asustados, que no le preocuparía "dejar de ser", así, a secas, sino dejar de ser cónsul.



 Una epidemia es, indudable, una cosa seria, pero también es una cosa cómica. El gesto del egoísmo cuando es espontáneo y sincero tiene un cierto cariz ameno. Pero aunque nuestra "grippe", por esta misma lejanía de Europa no sea todo lo civilizada que la vuestra, es lo suficiente desagradable y peligrosa para sospechar en una nueva traición del César prusiano.

Káiser Guillermo II, al que en este artículo el autor denomina "César prusiano"

 Y aparte de neutralidades, pasiones políticas o demás cosas, debemos confesar honradamente que la Madre Patria que tan abandonados nos tenía se ocupa por fin de nosotros y nos manda algo más que un magistrado, un juez, un jesuita o un canónigo.
 Por este recuerdo generoso le sean dadas las mayores gracias.

[26-XI-1918]

 Nota: A continuación hago una excepción para colocar un vídeo sobre la mal llamada gripe española, al haber llegado también a las islas. Así nos podremos hacer una mejor idea de lo que supuso. Es solo un vídeo génerico, ya que unos que encontré, con mucha información, han sido retirados.



2 comentarios:

minerva dijo...

Increíble....es un trabajazo tu entrada, me ha encantado.

Un beso.

Preste Juan dijo...

minerva:
Muchas gracias por tus amables palabras.

Otro beso,compañera.