Trío de poetas
El "Onda" fue un barco austriaco. Con sus antiguos camaradas los barcos alemanes durmió cuatro años un sueño neutral en un rincón de la bahía. Hoy, este barco, se ha separado de sus amigos. Junto al muelle, lavado y brillante luce una banderita nueva. El "Onda" se va con Francia. Los viejos compañeros le ven partir, melancólicos.
El capitán del "Onda" es un italiano irredento. Este capitán estaba callado, reservado, inmutable. Nadie sabía cómo era la voz de este capitán y lo que este capitán hablaba. La playa era su camino cotidiano y solitario. Cobraba su haber en el Consulado austriaco y jamás cambió una sonrisa cordial con nadie.
Pero he aquí que el armisticio llega y el capitán abre su boca de repente, hablando italiano. Y los austriacos enfadados le quitan el barco. El capitán anduvo por tierra sonriendo alegre, aunque ya no fuera capitán. Y un día, el Gobierno italiano ordena que el capitán vuelva a mandar su barco; y ahora, empavesado con otra bandera se marchará a Marsella.
El "Onda" parece un barco nuevo. Como un hombre que se levanta, se despereza, se lava y se viste de limpio y se marcha a tomar el sol de la mañana junto al mar. Todo el día parece mañana luminosa y azul sobre este barco lleno de atracción y simpatía. El "Onda" está alegre con su capitán. Acaso este capitán y el "Onda" está alegre con su capitán. Acaso este capitán y el "Onda" estuvieron conjurando cuatro años. Si este barco no hubiera tenido un capitán italiano, quizás no se hubiera salvado tan pronto; el capitán y el "Onda" estaban aguardando silenciosos y misteriosos este día feliz de la partida. El porvenir del "Onda" está ya resuelto. Es como si hubiese heredado de pronto una fortuna de un pariente lejano cuya existencia ignoraba. Acabáronse las angustias, las miserias, las horas indecisas. El "Onda" ha comprado cosas de lujo en las tiendas, se ha acicalado como un gran señorito y ha puesto en un lugar seguro la herencia. Y se marcha. Se marcha. Se marcha lejos. A Francia. El viaje del hombre pobre que hereda súbitamente. La chimenea es un gallardo penacho de humo. La bandera en la popa, es como un pañuelo de seda de color en el bolsillo de una americana elegante. ¡Enhorabuena, querido señor barco! ¡Ya verá usted qué hermosa es Francia y qué dulces son las francesas!...
Los barco alemanes se quedan todavía. ¿Qué suerte les aguardará? Y ven el "Onda" de lejos, con una mezcla de amargura y rencor. Pero el "Onda" los ha olvidado ya. Este barco se ha vuelto loco de alegría y no piensa sino en en el viaje cercano. ¡El mar! El amado mar. Sobre las aguas gira orgulloso y gallardo, nervioso e inquieto. -"Vamos de una vez, querido capitán", parece decir cada momento. "Ya son muchos días. Me voy a poner de nuevo herrumbroso. Vamos, vamos."
Todos los barcos que llegan sonríen al "Onda". El "Onda" les dice: "Aquí, donde ustedes me ven, voy a hacer un viaje a Francia." -Como si fuera la primera vez que viajara. Como si nunca hubiera atravesado el mar... Es un muchacho loco y simpático, que se despide de todo el mundo, para que todo el mundo sepa que se va a hacer un viaje importante, que va a Francia.
Los veleros no van a Francia, los correos interinsulares no van a Francia. Ni aquellos trasatlánticos del señor Comillas abarrotados de curas tampoco van a Francia. El sólo va. Viaje feliz el del "Onda". Tan pocos son los que tienen esa suerte.
Nota: Los "correíllos" de más capacidad fueron sacados de sus rutas habituales durante la primera guerra mundial, quedando el servicio a cargo de los que se denominaron "playeros". El "Gomera" fue el primer playero en ser botado.
Nota: Los "correíllos" de más capacidad fueron sacados de sus rutas habituales durante la primera guerra mundial, quedando el servicio a cargo de los que se denominaron "playeros". El "Gomera" fue el primer playero en ser botado.
Por las noches el "Onda" se ilumina. Y en la quietud de la bahía suena un piano. El capitán es músico y romántico. Las notas del piano son como recuerdos de los días silenciosos. La honda melancolía del claro de luna, sobre el mar... La luna aparece al conjuro de la música. Y la divina sonata del sombrío pensador germano se vuelve latina y más cordial sobre las almas de los irredentos. El barco va tripulado por italianos, todos los italianos de la guerra, internados en la isla. extienden el alma sobre la bahía desde la borda del barco. El barco reposa sobre la claridad lunar. El mar atlántico se les figura como el Adriático. El cielo africano y español está esta noche sembrado de recuerdos y de despedidas... ¿Mañana? Mañana será el viaje. La isla se hundirá en el mar detrás del "Onda" y el humo de la chimenea será el último suspiro prisionero, al partir...
¡Adiós!
17-2-19.[13-3-1919]
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