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miércoles, 3 de noviembre de 2010

"Insulario", de Alonso Quesada/ En el solar atlántico- Tendremos bolcheviki



 A pesar del abandono en que el Gobierno nacional nos ha tenido siempre, vamos a disfrutar de unos bolcheviki. Es una novedad interesante como uno de esos raros y extravagantes objetos de márfil que traen de Ceylán los indios ingleses. Un bolchevik en Las Palmas es la nota más gentil de la gran guerra, después del espionaje.
 - ¡Triste ciudad hostil, vulgar y de una modernidad de yeso, todo en ella es monótono, árido y el eco se pierde como en los arenales desolados! Estos bolchevikis serán el risueño oasis.
 Hoy, los periódicos han anunciado la proximidad de dos rusos. Estos ruso han llegado a Tenerife. Algún misterioso señor ha dicho que son bolcheviki y que traen 50000 duros para la propaganda. Este conmovedor detalle de los duros ha sembrado un diminuto, un tímido bolcheviskismo entre los ciudadanos. ¿Qué es ser Bolchevik? - se han preguntado- Quizás exagere la gente y los bolcheviki son unos sentimentales, unas buenas personas. ¡Cincuenta mil duros! La más mefistotélica de las sonrisas se dibuja.

Tenerife en 1920 (Plaza Alfonso XII- La Orotava)

 Pero la gente oficial, incluyendo los profesores del instituto, han sentido una aburguesada alarma. El bolchevikismo es tan espantoso como el ajenjo para esta gente. En los lejanos rincones del mundo el ajenjo goza de una leyenda macabra. ¡El ajenjo en París! Ruina moral, espantosa tragedia doméstico-cinematográfica. Un hombre que pida un ajenjo en una oculta provincia, será siempre un señor excomulgado y diábolico. Con los dos bolcheviki que se acercan, el ajenjo perderá todo su inmoral prestigio.


 La emoción en los insulares es completamente peliculera. Los bolcheviki se aproximan y la columna vertebral se dobla con la ductilidad del lomo en un gato erizado. No son más que dos y el miedo se extiende como si fueran mil.
 Y es que el bolchevikismo nace de sí mismo. Un bolchevikismo puede sacar de sí tantos bolcheviki, como un prestidigitador cintas de colores en un sombrero de copa. Son dos rusos en apariencia; ¿pero quién asegura que dentro de dos rusos no cabe un regimiento de rusos? Un ruso es como un mapa, el mapa mismo de Rusia. Nosotros vemos este mapa y decimos: ¡Parece mentira que en este lugar tan pequeño haya tanta gente metida! Y es porque nuestra mano lejos de Rusia es mayor y la cubre toda. Si esta Rusia lejana del mapa se acercara entera a nosotros, nos tragaría. Así son lo dos rusos que están en Tenerife. Nos han de traer, sin duda, una espléndida cohorte de bolcheviki.

Lenin durante un discurso público en 1919

 La gente piensa en el Casino como será ser bolchevik. Un exportador de vio en Hamburgo un parque zoológico, más allí no había bolcheviki. El bolchevik  debe ser oriundo de Filipinas. Para la gente de los casinos españoles Filipinas es el límite máximo y misterioso del planeta. Y ante el temor de una arribada trágica los insulares se previenen. ¿Cuál será la profilaxis del bolchevikismo?
 Pero las 250.000 pesetas despistan un poco. ¿Cómo es posible que un bolchevik tenga 250.000 pesetas? Los propietarios de 50.000 duros están desconcertados. Y la modo de M. Jourdain se preguntan: ¿Si seremos nosotros bolcheviki sin saberlo?
 La palabreja es un caos. Ninguno ha sabido qué misterio descubre esta palabra que viene de Rusia como el frío. ¿Y en resumen- dicen - qué es eso del bolchevikismo? ¿Es más que el anarquismo o algo así como los republicanos federales modernistas? El bolchevikismo - dice un magistrado - no es más que un disparate. Pero señor magistrado - preguntamos - ¿cuál es el programa de estos ciudadanos? -No tienen programa. Disparates. En principio es un disparate. En Rusia lo que hacen falta son buenas parejas de la guardia civil. Verían ustedes cómo se acababa de golpe el bolchevikismo. Y a todas estas los rusos en el horizonte esperando el alba, como el sol. - ¿Se quedará usted a ver a esos bolcheviki? -Lo mejor es esperarlos en el Puerto- dicen los exportadores-. Quizás podamos enviar plátanos a Rusia. -Debemos esperar y saludarlos desde que lleguen, ofreciéndonos para todo, menos, claro está, para el bolchevikismo.
 -¿Sería usted capaz de hacerse bolchevikista?
 -¡Hombre, yo tengo compromiso con Romanones!- ¿Pero no se puede ser en materia internacional bolchevikista y en la nacional romanonista? - Ya ve que se Romanones nos va a incorporar a Europa. -No sé, amigo. A mí me parece que el señor Bolchevik debe ser algo más avanzado que el señor Figueroa.


 Y los sencillos ciudadanos de la ínsula metafisiquean sobre el bolchevismo. En tanto los ingleses de la colonia asegura que Inglaterra tendrá que seguir bien armada de escuadras para defenderse de los bolcheviki.
 Un cura germanófilo exclama: "El bolchevikismo es un castigo de Dios por la derrota de Alemania." Un militar afirma que el bolchevismo no existe; que los telegramas que llegan son falsos como los de la derrota germana, y un magistrado, uno de esos magistrados españoles, únicos en el mundo, dice: "Eso es falta de religión, nigún temor de Dios. Son todos ellos masones endemoniados."
 Pero acabemos con una pequeña balada.
 -Oh, amados, inocentes y misteriosos rusos, próximos...! No os asutéis porque la gente se alarme o se prevenga. Si traéis bolchevikismo en el alma no importa. Es mejor, quizás. Después de la guerra el señorito estúpido ha venido a aceptar el zapato grande. El zapato grande era también antes de la guerra bolchevik, como vosotros podáis serlo. Hoy el burgués español, es acaso capaz de serlo todo, de aceptarlo todo con tal de no perder su cómoda y patriótica postura...

 Gran Canarias [9-2-1919]

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