"Santa Sofía-Hagia Sophia". La traducción es variable, según los términos, pero me agrada la de "La Sabiduría elegida por Dios". Un poco personalizada pero, pese a mi ateísmo (no beligerante)...mi elección.
Hace ya tantos años que supongo que hablo de mi adolescencia, oí una historia sobre este monumento. Contaba que, el último día en que fue iglesia cristiana, el sacerdote, portando el sagrado cáliz había caminado majestuosamente hacia un muro del edificio...y había desaparecido por él. Volvería cuando la cristiandad recuperase el lugar para su uso original...
Lo cierto es que, por lo poco que sé, el hombre aún sigue esperando. Y quizás sea mejor así. El tiempo le ha dado a esta maravilla del arte una mejor utilidad: la de dar ejemplo. Ejemplo de que a veces alguna cicatrices contribuyen a aumentar la tolerancia y alcanzar cierto "equilibrio" entre las culturas y las sociedades. Casi se diría que "Santa Sofía" está ahí para hacer honor a su nombre en estos tiempos tan confusos. Con sus minaretes posteriormente añadidos, el resto de reformas islamizantes y su, finalmente, recuperación como museo ha alcanzado ese "punto medio" en el cual se ha convertido en algo que va más allá de su propósito original y el de quienes la tomaron al asalto con posterioridad: El de servir como ejemplo de convivencia. Así, la imaginería musulmana y la cristiana, unidas por la historia, parece retarnos a todos a que encontremos una forma de unión con Turquía. Aunque no sea la perfecta. Una que supere el difícil reto entre los países europeos y este país, antes de que otro se nos adelante, y perdamos una oportunidad única, aunque pueda ser problemática y ardua.
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HAGIA SOPHIA (Istanbul)
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Santa Sofía de Constantinopla
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Inside the Hagia Sophia (with special visual effects credits)
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Hagia Sophia 3D
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Entrada sobre Santa Sofía de la "Enciclopedia Universal Micronet-2009"
Santa Sofía de Constantinopla, basílica de
& Una de las más grandiosas construcciones del mundo y, sin duda alguna, la creación más madura de la arquitectura bizantina en Constantinopla (actual Estambul). En su construcción, Justiniano no regateó ningún esfuerzo para conseguir que este templo poseyera la grandeza conveniente y hacer que durante casi un siglo fuese el centro espiritual del Imperio bizantino, catedral de los patriarcas, escenario de los actos estatales trascendentes y marco de un esplendoroso ceremonial en el que se manifestaban el poder y la dignidad de su imperio teocrático.
Como en los tiempos de Constantino, también aquí se debía la obra a la iniciativa personal de un monarca; el emperador se había hecho levantar en medio de las edificaciones una habitación provisional con el fin de seguir directamente el desarrollo de las obras. El pueblo atribuía la forma de la planta y los detalles de la iglesia a la inspiración de un ángel que conversaba a menudo con Justiniano. Procopio, historiador de la época, relata en su libro dedicado a las obras justinianas la participación del emperador y las consultas que diariamente le hacían los arquitectos. Servíase para sus ideas -dice Procopio- de Antemio de Tralles, príncipe, sin excepción, de todos los arquitectos e ingenieros, no sólo de su tiempo, sino de todos los que se habían sucedido hasta entonces; pero, aunque éste era el primero, junto a él estaba también Isidoro, nacido en Mileto, hombre de singular inteligencia y verdaderamente digno de que se le llamase para la ejecución de la obra concebida por Justiniano Augusto. Hay que hacer justicia a la gran perspicacia del emperador que entre todos los hombres de su arte supo escoger aquellos que pudieran interpretar sus altos pensamientos. Y así consiguió que esta iglesia resultara un producto inusitado de belleza, superior a la capacidad del que la contempla, que queda maravillado, y superior a cuanto imagina el que oye hablar de ella desde lejos.
Estas palabras del historiador bizantino reflejan la misma conciencia de la belleza excepcional que se estaba realizando, como la que tuvieron Fidias y Pericles al ejecutar diez siglo antes el Partenón.
Santa Sofía se levantó entre los años 532 y 537, pero un hundimiento de su cúpula y la consiguiente reconstrucción hizo que por segunda vez se consagrara en el año 562. Costó tesoros inmensos, recabados por Justiniano a los gobernadores de las provincias, a los que exigía que le mandasen los mármoles y materiales preciosos de los que pudieran disponer.
La planta del edificio denota que todo él se concibe con un nuevo sentido artístico, porque tras un somero examen se observa que todas las partes están dispuestas para contener la gran cúpula central, de 31 m de diámetro, inscrita en un gran cuadrado y sostenida por cuatro pechinas en los ángulos y sobre las arcadas de cuatro grandes pilares. Esto constituye la gran innovación de la arquitectura bizantina y lo que hace famosa a la cúpula de Santa Sofía, ya que únicamente se apoya sobre cuatro puntos a diferencia de las bóvedas de la antigüedad romana, por ejemplo el Panteón de Agripa, que lo hacían sobre un muro circular. El peso de las cúpulas romanas recaía sobre el suelo directamente a través del muro de cerramiento circular dando la sensación de un espacio hermético, mientras que la gran media naranja de Santa Sofía parece estar flotando en el aire, inmersa en una luz sobrenatural gracias a las cuarenta ventanas que se abren en su arranque. Al este y al oeste, su enorme empuje se distribuye sobre medias cúpulas de diámetros iguales (33 m ), sustentadas por pilares dispuestos octogonalmente y contrarrestados a su vez por tres nichos que se abren en arcadas entre ellas. En los otros dos lados, al norte y sur, los empujes están contrarrestados por dos arcos que actúan a modo de contrafuertes exteriores, cerrados por dos filas de columnas y ventanas. Una serie de dependencias laterales rodea este enorme espacio: naves laterales con galerías altas, que forman salas independientes desde donde la corte y los altos funcionarios asistían a las ceremonias que se celebraban en el grandioso templo. Al fin de aligerar el peso de la cúpula, los arquitectos de Santa Sofía adoptaron el sistema de construirla con anillos de ánforas engarzadas en gruesos lechos de cemento y con un sistema de tejas blancas esponjosas fabricadas en la isla de Rodas.
Exteriormente, la gran cúpula central no aparenta la importancia de la obra, pues está disimulada por un tambor cilíndrico que la cubre hasta una tercera parte de su altura, sobre el que se abren las 40 ventanas que dan la vuelta a la zona inferior del gran casquete esférico, que sirven para iluminar el interior y al mismo tiempo para descargar el peso de la misma. En el interior este círculo de ventanas crea un nimbo de luz que parece sostener misteriosamente la cúpula en el aire.
La estructura arquitectónica está cubierta por el revestimiento de las paredes con placas de mármol, y el de la bóveda con mosaicos que debían de hacer más impresionante todavía aquel gran casquete lleno de colores; destruidos por los turcos las figuras angélicas y la imagen del Redentor, sólo quedan de su origen los cuatro serafines con alas múltiples que hay sobre las pechinas. Procopio también ensalzaba la magnífica decoración de mármoles del edificio, de sus pórticos y galerías altas, una de las cuales servía para los hombres y otra estaba reservada para las mujeres. Decía el historiador bizantino: ¿Quién podrá describir la parte superior del gineceo, los mármoles y las columnas empleadas en su construcción? ¿Quién podrá referir su prodigiosa variedad?, Los mosaicos que la decoran producen la ilusión de un maravillosos jardín lleno de flores, con azul de fondo y su verde y amenísimo follaje (...). Todavía hoy estas galerías laterales de Santa Sofía figuran entre las más bellas joyas de la humanidad. En este sentido Santa Sofía conserva de las primitivas iglesias la sencillez exterior, aunque enriquecida por el juego de cúpulas que contrasta con la visión interior, y por el lujo del ajuar litúrgico con que Justiniano la dotó, sobre todo en el altar mayor construido con 40.000 libras de plata (naturalmente, estos tesoros han desaparecido quedando pequeñas muestras de su riqueza). Los minaretes y los contrafuertes exteriores son adiciones turcas, lo mismo que la inscripción islámica que decora la cúpula que se debe al calígrafo del siglo XIX Mustafá Izzet Efeudi.
Esta basílica marca un hito en la evolución técnica y estilística de la historia del arte. En ella culmina el gusto bizantino por el espacio inmenso que supedita los valores de masa a los atmosféricos, a la luz y el color. Su exuberante decorativismo oriental se sustenta en una arquitectura de rigor clásico pero al mismo tiempo se establecen las bases de la arquitectura medieval.
Temas relacionados
Arte Bizantino.
Bibliografía
GRABAR, A.: La Edad de Oro de Justiniano, Madrid, Aguilar,1966.
PIJOAN, J.: Arte bizantino, Summa Artis, Vol VII, Madrid, 1954.
MANGO, C.: Arquitectura bizantina, Madrid, 1975.
Enciclopedia Universal DVD ©Micronet S.A. 1995-2008
4 comentarios:
me dejas con gana de visitar ese sitio...vacaciones de ensueño...
y parte de eso; buenísima tu entrada y muy trabajada, y eso hay que admirarlo y aplaudirte...
un beso
vangelisa:¡Pues ya sabes:vas y nos lo cuentas!
Gracias por tus halagos.
Un beso...y un abrazo.
me ha gustado tu entrada, y lo mismo digo muy currada y muy bien explicado todo, y claro supongo que a más de un@ nos gustaría visitar esos sitios...pero si no se puede , pues nada nos conformamos con verlos desde tu blog.
beso Juan
fresita: Gracias. Como siempre, generosa en tus comentarios.
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