Manifestación, de Antonio Berni (1934)
En
los años 30 los cines estadounidenses reventaron la taquilla con la película"King Kong”. Alguien escribió que, dada la situación de crisis de hambre
imperante, muchos de los espectadores debían haber preferido ir al cine que
paliar alguna de las carestías que sufrían.
Pues
bien, hoy en España cerca de unos 5 millones de espectadores han visto la
película "Lo Imposible”; la misma cantidad que número de parados
existentes. Evidentemente, nuestra población es aproximadamente nueve veces
superior, con lo cual no quiero decir que haya pobres que estén yendo al cine.
La unión de estas dos anécdotas, enmarcadas en sendas crisis económicas, viene
del recuerdo de la afirmación del historiador Arnold J.Toynbee de que la historia
se desarrolla de una forma cíclica que se desenvuelve en forma de espiral. A
causa de este fenómeno, se podía presuponer que la Humanidad estaba condenada a
una repetición constante de errores. Como si estuviera atrapada en una especie
de “Samsara” que no servía para nada. Algo que él consideraba un error, pues
defendía que pese a las similitudes sí estamos evolucionando.
Y es
cierto. Las sociedades aprenden. O por las buenas, o por las malas. O por un
salto evolutivo de la conciencia social, o porque no le queda más remedio. Un
par de casos nos pueden ayudar a reflexionar sobre el asunto.
En
el antiguo Imperio Romano, la rebelión de Espartaco marcó un cambio en el
devenir de la economía. Un cambio que tardaría mucho en ayudar a ocasionar
(entre los incontables motivos que se apuntan para el colapso de una de las
mayores potencias de la historia) el fin del imperio. Pero que ya trajo
consecuencias desde un primer momento. Los propietarios de la tierra,
asustados, se apresuraron a cambiar sus rígidas normas con los esclavos. Por un
lado se redujo la adquisición de estos, ante el temor de futuras rebeliones.
Por otro lado, se apostó por tener una actitud diferente con los hijos de los
esclavos antiguos, que pasaron a tener ciertos beneficios en forma de retribuciones
económicas, o de cesión de parte de la tierra cultivable.
Póster de "King Kong" (1933)
Un médico vestido para combatir la "Peste Negra"
En
la Edad Media, la "peste negra" produjo otro de esos cambios
"bestiales". La muerte de un tercio de la población europea iba a
traer, de nuevo, repercusiones impensables hasta ese momento. Lo podemos ver en
las representaciones artísticas de la época, donde para nuestra acomodada
mentalidad actual resulta chocante observar imágenes en las cuales el pueblo
baila febril y curiosamente con esqueletos que representa a muerte. Y es que
esta, la muerte, pasó de ser una amenaza constante y apocalíptica, a ser un convecino más. Y cuando el convecino decidió finalmente irse, dejó tras de sí
un "nicho laboral" del mismo modo que la extinción de las especies
deja un “nicho ecológico”. En muy poco tiempo la mano de obra disponible fue un
lujo. Y ese lujo le dio poder al pueblo, que hasta ese momento dependía de un
sistema feudal que, por cierto, surge de la descomposición del antiguamente
citado Imperio Romano. En algunos documentos podemos leer como ciertos ricos
propietarios caen en la pobreza al no tener trabajadores. Trabajadores que por
primera vez en su concepto de la justicia social ven cómo pueden demandar
mejoras. Y de nuevo vemos cómo la riqueza tiene que ser redistribuida
nuevamente, ante la incapacidad de los poderes económicos de salir adelante por
sí solos y, ante la evidencia de que los viejos sistemas represivos ya no iban
a servir. Y todavía así, muchos de los antiguos trabajadores prefirieron
arriesgarse a ser emprendedores propietarios de nuevos negocios. Recuerdo oír
en un documental de televisión como la hermana de una antigua sirvienta de una acaudalada
señora feudal (que al parecer, encima había enviudado a causa de la peste) se
felicitaba de que esta hubiese hallado un buen marido en otra ciudad. Un marido
al cual había elegido libremente y que también había decidido emprender la
aventura de llevar su propio negocio, con su ayuda. Algo había empezado a
cambiar en Europa. En realidad, surgió una nueva Europa.
Creo
personalmente que de esta crisis económica y ecológica global saldrá no muy
tarde un nuevo paradigma social. Un paradigma que requerirá una visión global
de la cultura, de la economía, de la política y de los derechos humanos. Si lo
hacemos bien, y controlando los desastres inevitables como podamos, nos esperan
durísimos años. Pero si lo hacemos mal, volveremos a caer en una larga travesía
por el desierto, para al final tener que adoptar las mismas soluciones
necesarias.
Habrá
que esperar para ver qué decidimos hacer.
2 comentarios:
Hola mi querido Preste!
Ante tu reclamo, aquí estoy para dar el presente... :)
Excelente tu reflexión.
A medida que iba leyendo me decía a mí misma que te iba a decir que lo que había que modificar o cambiar, eran nuestros paradigmas. Y justito es lo que decís al final.
Por supuesto que este mundo tiene unos paradigmas ya obsoletos, pero nosotros, individualmente, también. O más aún que el mundo en sí mismo.
Siempre fuí de pensar que es imprescindible aprender de la historia (de la propia o de la ajena). Sigo pensando lo mismo, pero no sólo para evitar caer en los mismos errores, sino básicamente para aprender a ver las cosas y a nosotros mismos, desde otro punto de vista.
Tenemos que darnos vuelta como una media, porque de lo contrario estaremos perdidos como especie en no muchos años.
Debemos dejar de ser pequeños de pensamiento y de alma.
Seguramente que no está nada claro lo que intento expresar. Porque no encuentro las palabras justas y porque es un tema que necesita de tiempo y de mucha reflexión.
Pero empecemos a cuestionar todo lo que sabemos, lo que somos y lo que sentimos. TODO. Y luego, construyamos esos nuevos paradigmas que hoy por hoy nos mantienen amarrados a los eternos ciclos de la historia... como sociedad, pero en primer lugar como individuos.
Un besote enorme y muchas gracias por tu visita!
(Estoy algo ausente de todo, justamente por cosillas como las que digo aquí...)
Otro besote!
Mariel
mar martins:
Estoy de acuerdo. Hay que replanteárselo todo.Y, amiga mía, ¡te expresas de maravilla!
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