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domingo, 10 de abril de 2011

"Insulario", de Alonso Quesada-/Después de la guerra- Nuestro amigo "Baby" llegó.


 Nuestro pequeño amigo Haroldo ha llegado con su mamá y su papá, que viene herido. No ha sido en realidad herido, pero como estuvo en el frente tiene el honor de una casi herida. Nuestro amigo Haroldo es ya un hombrecito. Ocho años. Llega contento, con sus juguetes militares que nos enseña mientras nos dice: "Cuando yo sea grande iré a la guerra como papá." Y el papá que torna a despachar vapores por la costa, se sonríe, con esa sonrisa del hombre que nos quiere convencer de una herida importante.
 Baby es un niño precioso, como todos los niños ingleses. Todos los niños debieran ser ingleses hasta que tuviesen quince años. Después cada uno volvería a ser de su patria. Baby venía con nosotros a la playa todas las  tardes antes de la guerra. Ahora no nos ha conocido mucho, pero el papá le ha dicho quienes éramos y el niño nos ha besado.
 El papá está más contento de su herida que de su niño. Y es casi seguro que no tenga herida, que esta herida sea una modesta abstracción. Estos ingleses de la colonia no tenía importancia universal antes de la guerra, ni entre ellos mismos. Sólo una pequeña importancia de libras de sueldo, de tazas dey de "tennis". Pero ahora, vuelve cada uno con su pequeña batalla ganada bajo el brazo, y no admiran el mar, ni aman el buen sol atlántico como antaño. Para el herido, todo gira alrededor de su herida, y aún para los no heridos también, porque entonces la herida se figura en un lugar donde no puede verse pudorosamente, y es como si existiera de verdad.
 El pobre Baby, tan rojo, tan bonito, tan saludable, va ya comprendiendo la herida de su papá. Es seguro que niño ha de decir en casa: "Papá, deja ver la herida". "¿Y esto es una herida?" Y si el papá no tiene herida, para su niño, ante el terrible conflicto, tendrá que figurar una, y le enseñará el vientre a Baby, para engañarlo. Y Baby se quedará más contento porque él tiene también otra herida como su papá.



 Hoy hemos salido con el pequeño Haroldo por la playa.  El niño no se acordaba del mar, ni de las lanchas, ni de los pescadores. El vivía con su abuelitos mientras el papá perseguía su herida como a un conejo y la mamá restañaba otras heridas patrióticas. Cuando volvió a ver a sus padres Baby se sabía de memoria todas las heridas célebres.  Al tornar a su patria chica -Haroldo es isleño- ha pensado si aquí habrían más papás que el suyo, con heridas. Pero el papá le ha dicho que la herida no puede ser nunca neutral y que la herida no puede ser nunca neutral y que la herida española es una cosa medieval que ya no existe. Entonces Haroldo ha sentido vibrar su incipiente orgullo británico y ha pensado que al volver a la isla recibirían a su papá, como corresponde a un hombre que tiene herida, otros que no la tienen. Pero los insulares que ni amor propio tienen para herírselo, no se han enterado que el papá de Baby trae una honrosa cicatriz en su carne. Y por eso Baby, no hace más que decirno a todos: "Papá tiene una herida."
 Este pobre Baby, cuando sea mayorcito será también más respetado. Baby creerá entre nosotros y se le irá borrando de su memoria el recuerdo de esta herida de su padre. Pero dejando consignada la herida en un acta o en una gaceta para que el olvido no la cubra. Baby será un hombre importante mañana. Heredará la herida y así podrá seguir despreciándonos como su papá.
 -Baby- -le hemos preguntado-  si tú tuvieras una herida como la de tu papá ¿qué harías con ella?
 Y Baby, que tiene una honesta alma de comerciante irlandés nos responde: -"La colocaría en el Banco como papá su dinero, para que me ganara intereses y así cuando sea grande tener en vez de una, dos o tres."
 Baby a pesar de todo es un niño precioso. Y como ha vuelto más hermoso yo quiero darle mi saludo de bienvenida, al pequeño Haroldo, para que vuelvan a serle gratas la playa y el mar de la Atlántida que le vieron nacer.

 [29-VI-1919]

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