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viernes, 6 de noviembre de 2009

"Insulario", de Alonso Quesada/En el solar atlántico-Regionalismo al fin

 Mientras los ingleses, nuestros buenos amigos, nos abandonan, el señor Cambó y su regionalismo nos acarician. El icono liberal muerto, aquel don Fernando León y Castillo, generoso dueño de nuestras tres islas, de sus cenizas renace el señor Cambó como un nuevo Fénix, menos mitológico y literario desde luego. Y nos regala un puerto más grande que el que teníamos y que en otro tiempo feliz nos regaló el dueño liberal difunto. El muerto de antaño y el vivo de hogaño, entraron en el corazón insular por el puerto. El primer puerto fue un dogal de treinta años.
 Cuando este nuevo puerto se inaugure ¿será otro dogal de tanto tiempo?

 Una Comisión regionalista ha llegado de Madrid, con la bienhechora "Gaceta" en las manos. Esta comisión, compuesta de amigos sencillos e inteligentes que todavía crecen, fue recibida con palmas, con banderas y bandas de música populares. Será curioso y pintoresco el ver al pueblo, de ordinario asaz pacífico, enardecerse por los vítores. El puerto ese día glorioso, se estremeció de contento. Un año antes, se erizaba de dolor viendo como huían de su lado los barcos ingleses tan constantes y generosos. Y el puerto decía entonces: "¿Cómo es posible que estos ciudadanos, me abandonen de este modo? ¿Cómo ellos, que no tienen otro yantar que el que yo les ofrezco, permanezcan sin angustia o sin protesta ante este desastre terrible? ¿Es que estos hombres no tienen hijos o los hijos de estos hombres se han muerto? Los submarinos ahuyentaron los barcos, los espías cuidaban, desde esta tierra de todas las rutas y los destinos sobre el mar, pero estos hombres continúan con las bocas abiertas, como los admiradores del establo en Belén, sin saber qué aguardan o cómo será la luz del nuevo día."
 Hoy el puerto recuerda su dolor de hace un año y exclama: "Los ciudadanos se han juntado en muchedumbre. Jamás vi a todos los ciudadanos tan unidos. ¡Cómo gritan! ¿De dónde han sacado estas voces estentóreas? ¿Por qué han venido al puerto y han llegado al muelle de este modo tan ruidoso? ¿Vendrán náufragos y los ciudadanos indignados al fin se agrupan para protestar enérgicos, o acaso para castigar con sus propias armas el crimen germano? No, no. Los ciudadanos han venido a recibir una Comisión política y patriótica. ¿Es que, en realidad, son patriotas los ciudadanos insulares? ¿Y cómo son patriotas ahora y entonces no lo fueron?".
 Y el muelle calla, porque no sabe más cosas. Pero nosotros podemos decir: el patriotismo es el vientre. Esto no es original, pero se puede repetir con un sencillo, ligero y humilde corolario. El vientre también era hace un año el más interesado, quizás más que ahora, pero entonces era irremediable el grito. ¿Para qué, si hubiese sido un grito ideal o romántico que se perdería sobre el mar sin eco y sin respuesta? El vientre en la actualidad queda en casa y en casa se puede andar bien y compuestos como nos venga en gana. Detrás de este puerto nuevo que viene escrito claramente en una gaceta para los que no saben leer manuscrito, se vislumbra el desocupado ciudadano insular un proyecto estupendo de historia política; una resurrección gloriosa de los pasados días del icono muerto. Y ved aquí cómo para más significativa estar razón convencedora son los mercaderes los que se han sentido primeramente los más hondos, los más íntimos regionalistas. ¡Párate y caliéntanos, oh sol!
 ¿Qué es el regionalismo insular? Un día, los ciudadanos vieron cómo desaparecían los barcos ingleses que trajeron el pan, la voluntad y la prosperidad mercantil; tenían en la propia casa los espías que traicionaban y sólo supieron desperezar el lomo como gatos. Ahora, activos, presurosos, llenos de ardor y de fe, aclaman un nuevo icono que brota en el cielo atlántico, como las tribus adoradoras del Sol. Claro está que este icono es más inteligente y más moderno que el otro. Pero, ¿los ciudadanos han variado? No, no ha cambiado el ciudadano insular. Este ciudadano es crédulo y aficionado al embrollo político. En medio de este embrollo nació y se crió como los tudescos en el sangriento seno del canciller Bismarck. Nada que no sea esta metafísica del fraude y el serpenteo del negocio oculto logrará enderezarlos. Sobre la ciudad descargarán sus cañones las escuadras enemigas y el ciudadano dirá: "¡Caramba, hay escuadras que tiran balas! Lo que es yo no quiero líos. Déjame esconderme bien". -Pero ¿y el patriotismo?- nos aventuraremos a preguntar nosotros. ¡Qué patriotismo ni qué niño muerto! El patriotismo es un pellejo.

 Pero un hombre poderoso le grita al ciudadano desde su sitial "¡Trogloditas, si me dais un diputado os abriré las espuertas de un negocio!" "¡Viva, viva y viva! responderá el ciudadano. Hay que ser patriotas. Hay que sacar un diputado para que defienda los intereses de la patria y de la región."

[17-VIII-1918]

2 comentarios:

felix dijo...

Preste Juan...

Yo andaba buscándolo por los libros, y resulta que está en la blogosfera...
Menudo relato te quedo, con ritmo y mucha calidad. Te felicito.

Un abrazo

Preste Juan dijo...

Es un honor recibir una visita desde tan ilustre blog.
Y sí, como suele ocurrir, uno anda donde menos se le espera.
Un saludo.